En términos generales, a nadie le gusta sufrir. Recuerdo hace unos meses que tuve que someterme a una cirugía y lo más doloroso de fue el momento en que las enfermeras intentaban insertar una sonda en mi antebrazo. Mi preciosa vena no quería ceder, por lo que fui agujereada no una, no dos, sino tres veces hasta que finalmente una de mis venas se apiadó de mí. Aún recuerdo el dolor agudo del entrar y salir de esa aguja, que traían cada vez más gruesa después de cada intento fallido. Fue necesario someterme a ese dolor pero jamás se me ocurriría hacerlo, de no ser estrictamente indispensable.
Algo similar ocurre con la tarjeta de crédito versus el uso de efectivo. Verás, el efectivo es doloroso y la tarjeta de crédito es placentera. Naturalmente, evitarás lo que te duele y procurarás lo que te da placer. El problema, es que el placer que proporciona la tarjeta de crédito, se traduce en mayores gastos, que quizá rebasen tus ingresos o bien, te desequilibren en algún otro rubro de tu presupuesto.
Veamos tres razones por las que el plástico te llevará a realizar mayores gastos:
1. Te hace creer que ganas.
Mira, cuando tú vas a una tienda y pagas con tu tarjeta de crédito, se produce en ti una sensación de haber hecho un buen negocio, de haber ganado. Esa impresión viene porque al momento de pagar, entregas la tarjeta de crédito, la cual te es devuelta inmediatamente (es decir, no te desprendes en realidad de nada) y además, te entregan un bien. ¿Ganaste no? Aparentemente, no tuviste que dar nada a cambio y sí recibiste una cosa. Tu cerebro recibe una señal de placer y por eso, estás dispuesto a repetir la experiencia y gastar más.
La tarjeta de crédito te crea la ilusión de haber obtenido un doble beneficio, aunque en realidad, lo que te da es una cosa, a cambio de una deuda sobre la que tendrás que ocuparte después, respecto de un bien que probablemente pierde su valor de forma gradual y acelerada (ropa, celular, despensa, electrodomésticos y otros consumibles).
En cambio, cuando pagas en efectivo (y dime si esto no es cierto), tú te desprendes de algo porque dejas en el mostrador uno o varios billetes. Y aunque salgas con un artículo en la bolsa, la realidad es que tu cartera ya no está tan llena. Por eso, lo piensas dos veces antes de repetir esa experiencia.
2. Te desvincula del gasto.
Al pagar con tarjeta el impacto es mucho menor, es como si esa deuda no te estuviera ocurriendo a ti (hasta que recibes tu estado de cuenta, claro). Te pondré un ejemplo muy claro: pagar $45 pesos por un café puede parecerte mucho si solo traes $100 pesos en la cartera, pero si llevas contigo una tarjeta de crédito cuyo límite es de $10,000 pesos, esos $45 pesos no parecen la gran cosa.
De nuevo, al no sentirte al menos de momento vinculado o responsable de la consecuencia de gastar, tenderás a hacerlo varias veces. Quizá no lo hagas al punto de usar el límite de crédito completo, quizá no rebases el monto de tu presupuesto, pero lo que diversos estudios indican[1] es que tenemos más voluntad de gastar cuando usamos tarjeta de crédito.
3. Recibes recompensas.
Los puntos que ofrecen las tarjetas de crédito resultan verdaderamente tentadores, no lo niego, más cuando estos te dan acceso a un vuelo internacional sin desembolsar un peso. Sin embargo, si ya eres ganador de uno de esos vuelos, solo te pido que te cuestiones esto: Aunque el vuelo sea sin ningún costo, ¿puedes pagar el hotel, la alimentación y la diversión de esas vacaciones, sin crédito? Es decir, si vas a tomar ese vuelo, para irte a unas vacaciones de las cuales regresarás con una deuda mayor, no sé para quién fue el buen negocio aquí. ¿Para ti o para tu banco? ¿Puedes verlo? Muchas tarjetas ofrecen beneficios reales y palpables muy atractivos, pero si al tomarlos tu deuda incrementa, entonces yo diría que dejaron de ser beneficios para convertirse en un anzuelo que te ha pescado.
Querido amigo, lo que trato de señalar en este artículo es que ya sea que caigas en la categoría de “totalero”, un deudor cumplido o incumplido, si llevas la tarjeta de crédito contigo es muy probable que termines gastando más (o mucho más) de lo que planeaste originalmente.
Te mando un abrazo
Adriana
“Que tus finanzas sean un puente hacia tu propósito en el mundo.”
[1] Always Leave Home Without It: A further Investigation of the Credit-Card Effect on Willingness to Pay. Drazen Prelec and Duncan Simester. MIT. 2001.